SOSTRES, Salvador, (2013), “La violencia feminista”, El Mundo, 7/03/2012.

«Este feminismo totalitario está tan sediento de venganza que tiene la oscura necesidad de afirmarse en las peores atrocidades. ¿A qué viene tanta rabia?»

«La propaganda socialdemócrata y relativista ha degradado nuestro debate público de tal modo que se ha acabado asociando la libertad con la muerte. Los tres grandes dones con los que ha sido ofrendada la Humanidad son la vida, el amor y la libertad. Apelar a la libertad de matar o incluso de matarse es una perversión, el síntoma inequívoco de una enfermedad moral, tal vez la más perniciosa de nuestra era.

La histeria feminista, violenta e iracunda, todo quiere arrasarlo y ha convertido el divorcio en un derecho cuando en el fondo es un fracaso y el aborto en una cuestión de libertad cuando es un asesinato. Gallardón tiene razón: hay una violencia estructural que lleva a las mujeres a abortar, y es una violencia ejercida por las propias mujeres, por este feminismo totalitario que está tan sediento de venganza que tiene la oscura necesidad de afirmarse en las peores atrocidades. ¿A qué viene tanta rabia? (sigue…)

No somos libres ni de matar ni de morir. La muerte no es ninguna libertad sino su negación y a las personas que se encuentran en situaciones desesperadas no hay que asomarlas al abismo sino darles consuelo y esperanza para que hallen la fuerza necesaria para continuar. Aunque la rabia feminista, de tan resentida y tan ciega, haya caído en la monstruosidad de querer hacernos creer que la eutanasia o el aborto son actos libres no es cierto: son actos desesperados de personas superadas por el miedo y por el dolor, y es francamente cínico darles entonces un revólver o un bisturí para que “libremente” den rienda suelta a su transitoria locura. No es esto lo que hacemos con las personas a las que queremos, sino más bien alejarlas del peligro de ellas mismas.

Dios me libre de juzgar a nadie que se encuentre en situaciones tan duras y confusas, pero Gallardón tiene toda la razón del mundo cuando dice que hay un contexto ideológico que trata de presentar el aborto como si fuera ir a hacerse la manicura. Es el fin del trayecto del relativismo: banalizarlo todo hasta banalizar la vida misma. Hay una violencia estructural y asfixiante que el feminismo ejerce contra las mujeres y que rebasados los límites de la vida apela directamente a la muerte. Siempre nos acaban sorprendiendo las inagotables formas del mal.

No es cierto que nada importe nada, ni que todo dé igual, ni que no haya absolutos. Cualquier relativista te dirá que no creas en nada ni a nadie, ni siquiera a ella misma: así que no lo hagas.»

Enlaces: http://www.elmundo.es/elmundo/2012/03/07/espana/1331139842.html