«Lo raro, si se piensa, es no tener dilemas de conciencia con este tema. Lo raro, y quizás lo preocupante, es tenerlo clarísimo.»

GRAU, Anna, (2013), “En el vientre de la duda”, La gata sobre el teclado, 11/05/2013.

«¿Estoy escribiendo todo esto a favor o en contra del aborto? Me gustaría que el lector tuviera dudas. Porque de eso, de las dudas, es precisamente de lo que hoy quiero hablar.

En temas como el aborto, a nada y a nadie temo tanto como a alguien que no haya dudado jamás.»

«En cierto sentido, ser de izquierdas es no tener dudas sobre el aborto. Ninguna duda. Ni la más mínima.

Se es de izquierdas cuando se considera un axioma que toda mujer tiene derecho a abortar por qué y cuándo le da la gana. Cualquier reserva sobre eso, cualquier matiz, abre la puerta a algo enormemente confuso y potencialmente terrible para una gran mayoría de personas. Abre la puerta a ser de derechas.

¿Es de derechas salir llorando de hacerte la amniocentesis, porque de repente te has sentido nazi, obligando a tu hijo a demostrar que es digno de nacer? ¿Es de derechas, a lo mejor no arrepentirte de haber abortado, pero sí jurarte que nunca, nunca, nunca, te volverá a suceder?

No es extraño que el PP tenga muchas contracciones internas (ya me sabrán perdonar la broma…) por este tema. Que el ministro del Interior vaya por un lado y Celia Villalobos vaya por otro. Lo raro, si se piensa, es no tener dilemas de conciencia con este tema. Lo raro, y quizás lo preocupante, es tenerlo clarísimo. (sigue…)

En Estados Unidos, donde rige la veneración anglosajona por la costumbre antes que por la ley, por la jurisprudencia antes que por el diálogo (a veces de besugos) parlamentario, es normal que muchas leyes delicadas nazcan realmente en los tribunales. Que la gente consiga reformas legales históricas a base de activismo judicial.

Ejemplo: el caso Roe vs. Wade (Roe contra Wade), que en 1973 le dio un vuelco a la percepción legal norteamericana del aborto y permitió introducir el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo en ese país.

Jane Roe era el pseudónimo legal de Norma L. McCorvey, una mujer que, junto con sus dos jóvenes y combativas abogadas, presentó nada menos que en Texas una demanda legal para interrumpir su embarazo, resultado de una violación. Henry Wade era el fiscal de distrito del condado de Dallas que se opuso a aquel aborto con toda su alma, y con éxito: a pesar de una victoria inicial de McCorvey, entre recursos y apelaciones el tiempo fue pasando y la mujer dio a luz contra su voluntad, entregando a continuación a su hija en adopción. Finalmente el Tribunal Supremo se pronunció históricamente, forzando varias enmiendas constitucionales y federales para despenalizar el aborto. Roe 5, Wade 0.

En 1984 Norma McCorvey admitió que había mentido al afirmar que su embarazo fue fruto de una violación. Fue muy criticada por esto, más en un país donde mentir es casi peor que matar. Pero insistió en que ella había mentido por una buena razón, para liberar a muchas mujeres. Y muchos le dieron la razón.

Todos los que le dieron la razón en 1984 quedaron un tanto desconcertados en 1994, cuando Norma McCorvey anunció un espectacular cambio de opinión. Había entrado en contacto con activistas pro-vida y la habían convencido de que hay vida antes del nacimiento, y de que esa vida debe ser protegida, o por lo menos tenida en cuenta a la hora de sopesar los derechos y la libertad de la madre. McCorvey pasó de activista histórica a favor del aborto a empeñarse en una cruzada personal y nacional para revertir la ley que ella misma había ayudado a instaurar.

En 1995 se convirtió al cristianismo, haciéndose bautizar en una piscina de Dallas. En 1998 se afilió oficialmente a la Iglesia Católica Romana. En 2005 pidió formalmente a la Corte Suprema norteamericana anular la sentencia de su caso. Se lo denegaron.

¿Estoy escribiendo todo esto a favor o en contra del aborto? Me gustaría que el lector tuviera dudas. Porque de eso, de las dudas, es precisamente de lo que hoy quiero hablar.

En temas como el aborto, a nada y a nadie temo tanto como a alguien que no haya dudado jamás.»

Enlaces: http://www.cuartopoder.es/lagatasobreelteclado/en-el-vientre-de-la-duda/2834