Esta Plataforma Ciudadana no ha adoptado una posición consensuada sobre la normativa que regula las posibilidades de interrupción del embarazo, ya que somos conscientes de la complejidad y gran diversidad de posiciones de nuestros socios y simpatizantes en un tema con tantas aristas morales y religiosas.

Esta secretaría ha percibido, sin embargo, un gran consenso en un aspecto concreto. Aún hoy en día persiste una completa exclusión también de la figura del padre, sujeto de obligaciones ¿¿y derechos?? desde el momento de la concepción, y para quien, sin duda, tal decisión resulta determinante para el resto de su vida y la de sus seres queridos.

En este sentido, trascribimos extractos de un artículo reciente de Rogelio Reyes, así como rescatamos el trabajo de tres investigadoras de la Universidad de Comillas sobre este particular, de octubre de 2010.

F.O., secretario de la PCI.

«Sorprende el desamparo en el que la legislación deja al padre»

REYES, Rogelio, “La figura del padre”, ABC, Tribuna, 12/01/2014.

«El anteproyecto de ley sobre el aborto que acaba de aprobar el gobierno español ha suscitado, como era de esperar, la airada reacción de la izquierda política y la virulencia verbal del feminismo militante, defensores de una “ideología de género” sustanciada en la configuración del aborto como un derecho inherente a la mujer. Una injusta simplificación del complejo fenómeno de la procreación, en la que se hace abstracción tanto del derecho del nuevo ser a venir al mundo como del parecer del varón que lo propicia (…)»

«Sorprende el desamparo en el que la legislación sobre el aborto deja a la figura del padre, ignorando su voz en la toma de decisiones. Sólo un incomprensible vacío, una total desatención a su persona, se ofrecen como respuesta a su derecho moral a ser oído.

A nadie se le oculta la compleja casuística y los obstáculos que en la práctica harían poco viable la extensión generalizada de la capacidad decisoria a la persona del varón. Pero no estamos hablando de violadores, ni de inmaduros, ni de frívolos amorales, sino de padres en potencia dispuestos a asumir la responsabilidad de sus actos. De aquellos que en ocasiones han de pasar por el paradójico trance de asistir, como simples convidados de piedra, a una decisión unilateral que sin embargo deriva de una acción voluntariamente compartida, y cuyas trascendentales consecuencias también les conciernen de manera muy directa. Un planteamiento reduccionista y beligerante de la feminidad, enfrentada a la figura del hombre, ha dado alas al estereotipo de la mujer autosuficiente y dueña de su propio cuerpo hasta el extremo de diluir el rol de la paternidad, como si el hecho de engendrar a un hijo perteneciera en exclusiva a la esfera de su vida privada.»

«En nuestro código Penal también se incorporó años atrás, con desconcertante desenvoltura, la real desigualdad de derechos entre hombre y mujer en el ámbito de la violencia doméstica; desequilibrio en el orden legal que, contra todo sentido de la equidad, suele justificarse con el inconsciente argumento que que siglos de postración femenina puede legitimar el agravio comparativo al que se ve sometido el varón de hoy, quien por lo visto ha de expiar los pecados cometidos por sus antepasados del mismo sexo.»

«Orfandad legislativa en la que hoy se halla la figura del padre, víctima, tantas veces, del desmesurado crédito otorgado por el poder político a un canon feminista -que no femenino- que ha hecho de su credo una bandera de confrontación.»

Rogelio Reyes, Academia Sevillana de Buenas Letras.