«Si al bebé lo maltrata su madre, o a la señora la estrangula su novia, guardan sepulcral silencio»

OTERO ALVARADO, Fernando, Filicidios e hipocresía de género”, ABC, Tribuna, 14/03/2014.

«…Sumidos en estas contradicciones cumpliremos 10 años de Ley de violencia ‘de género’ el próximo 28 de diciembre.

Lazo negro 70 RESbaja

Como una macabra inocentada, los resultados son los esperados: ni la violencia ni las muertes en el ámbito doméstico han remitido y, por el contrario, se han multiplicado las denuncias falsas, fraudulentas y/o abusivas de mujeres sobre hombres, las separaciones forzadas de padres e hijos, y los consecuentes suicidios de papás separados (por muchas piruetas dialécticas, informes sesgados y notas de prensa falsarias y burlescas que se saque de la manga el CGPJ). Objetivo cumplido. Han incrementado la violencia, la injusticia y la conflictividad, terreno abonado para sus servicios de la industria del maltrato y para seguir haciendo caja. Con los niños en el centro de la diana.»

Presentación CEI

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«Las víctimas de tanta ignominia seguimos esperando que nuestros representantes electos abandonen de una vez la demagogia electoralista, reinstauren la igualdad ante la ley, descontaminen los tres poderes del Estado de tanta fanática cegada de resentimiento e ideología, dejen de subvencionar al ponzoñoso femi-asociacionismo, y empiecen por fin a adoptar políticas en las antípodas a las de-genero-adas paranoias impuestas desde aquel fatídico Día de los Santos Inocentes de 2004.»

«…sólo con esta completa corrección de rumbo decrecerá la violencia, la injusticia y la conflictividad y, por primera vez, la denominación ‘políticas de igualdad’ alcanzará la legitimidad de la que ahora por completo carece.»

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«Hace muy pocos días desayunábamos con la escalofriante noticia de la mujer que degolló a su hijo de 10 meses en Torrevieja, ante los agentes de la Guardia Civil que la arrestaron tras denunciar el padre el secuestro del menor. Desde entonces, silencio informativo. Mutis. Ninguna condena se ha oído, ni desde las administraciones ‘de igualdad’ que tanto medran en competencias familiares, ni por supuesto desde ese pseudo-feminismo sexista ‘de género’, altavoz omnipresente de según qué tipo de violencia, que sólo reclama protección y duelo para una vida humana si es de sexo femenino y la figura agresora no lo es.

Con una estrategia diabólica e interesada de fomentar la guerra de sexos, han adoptado a Medea como heroína de su despecho, y a Goebbels como paradigma de la desinformación. Es mi derecho como mujer y lo mato porque es mío; siglos de opresión patriarcal me legitiman para mi vendetta. Su verdadera cara nos muestra que les importa bien poco la mujer o el niño violentados. Si al bebé lo maltrata su madre, o a la señora la estrangula su novia, guardan sepulcral silencio, y a veces llegan a justificar a la asesina.

Como en otros casos en que la mano ejecutora es la patena ¿qué esperan para manifestarse tantos cargos -mal llamados- ‘de igualdad’, junto a su nutrida amalgama de institutos, consejos y observatorios? ¿Les importa algo –a estos revisionistas del sexo de ángeles, humanos y simios- la vida de un bebé de 10 meses, o sólo en función de los genitales de su homicida? ¿Computará este filicidio en las estadísticas de violencia ‘de género’, o lo enterrarán en la fosa común del olvido?

Estos ideólogos y su ferviente masa adoctrinada y subvencionada llevan lustros manipulando a la opinión pública para presentar siempre al hombre como agresor, y a la mujer exclusivamente como víctima. Hemos llegado al punto de no extrañarnos de que, estando imputados padre y madre en la causa de la niña Asunta en Santiago, se persone una asociación tradicionalmente de defensa exclusiva de la mujer. ¿Hacia dónde supuestamente remarán sus actuaciones, quizás hacia condenar a algún culpablo y exonerar a toda culpabla?

Sumidos en estas contradicciones cumpliremos 10 años de Ley de violencia ‘de género’ el próximo 28 de diciembre. Como una macabra inocentada, los resultados son los esperados: ni la violencia ni las muertes en el ámbito doméstico han remitido y, por el contrario, se han multiplicado las denuncias falsas, fraudulentas y/o abusivas de mujeres sobre hombres, las separaciones forzadas de padres e hijos, y los consecuentes suicidios de papás separados (por muchas piruetas dialécticas, informes sesgados y notas de prensa falsarias y burlescas que se saque de la manga el CGPJ). Objetivo cumplido. Han incrementado la violencia, la injusticia y la conflictividad, terreno abonado para sus servicios de la industria del maltrato y para seguir haciendo caja. Con los niños en el centro de la diana.

Aunque conocen sus errores, se resisten a reconocer que se aferran a un diagnóstico equivocado, que la violencia no tiene ‘género’, que los celos, la posesión desmedida o los desequilibrios psíquicos son comunes a ambos sexos –díganselo estos días al periodista Paco González, o a los hombres apuñalados que yacen en Linares o en el Clínico de Málaga-, que el machismo no es el problema, sino tan sólo uno más de sus componentes (ni de lejos el más determinante), y que su apuesta contra el varón tan sólo echa más leña al fuego al generar aberrantes nuevas injusticias.

Mientras tanto, las víctimas de tanta ignominia seguimos esperando que nuestros representantes electos abandonen de una vez la demagogia electoralista, reinstauren la igualdad ante la ley, descontaminen los tres poderes del Estado de tanta fanática cegada de resentimiento e ideología, dejen de subvencionar al ponzoñoso femi-asociacionismo, y empiecen por fin a adoptar políticas en las antípodas a las de-genero-adas paranoias impuestas desde aquel fatídico Día de los Santos Inocentes de 2004.

logotipoDesde la Plataforma Ciudadana por la Igualdad demandamos a los partidos políticos y a nuestros parlamentarios de buena fe, que la nueva ley de corresponsabilidad parental -o custodia compartida- no añada ni un solo nuevo incentivo para las denunciantes delincuentes y/o deshonestas que con tanta facilidad separan a papás e hijos inocentes, y deseamos que asiente como regla general un reparto equitativo de obligaciones y tiempos de crianza de los hijos comunes, siempre bajo el principio del interés superior de éstos, y liberando a ambos progenitores del tradicional modelo machista madre-cuidadora / padre-financiador, que los femi-radicales se empeñan en perpetuar. Solemos decir que “los padres se divorcian, los hijos NO”, y sólo con esta completa corrección de rumbo decrecerá la violencia, la injusticia y la conflictividad y, por primera vez, la denominación ‘políticas de igualdad’ alcanzará la legitimidad de la que ahora por completo carece.»

Fernando Otero Alvarado, www.plataformaporlaigualdad.es

Enlaces: http://kioskoymas.abc.es/noticias/opinion/20140314/sevp-filicidios-hipocresia-genero-20140314.html