José Luis ROJAS-SOLÍS, Departamento de Psicología y Formación Ética, Tecnológico de Monterrey, Campus Puebla, -sobre el libro del mismo título de Mª de la Paz TOLDOS ROMERO (2013), Universidad Complutense de Madrid, Editorial Cántico, Alicante-, Papeles del Psicólogo, Vol. 35(1), pp. 78-79, enero de 2014.

«Una llamada a la recuperación del sentido común y el humanismo como guías imprescindibles de cualquier científico o profesional interesado en la comprensión del fenómeno de la violencia de pareja… Un enfoque que sin lugar a dudas amplía posibilidades de entendimiento, prevención e intervención social y psicológica.»

«Tergiversación del “género” reflejado en planteamientos simplistas y generalistas, infiltrados en gran parte de la comunidad científica y medios de comunicación Fundamentándose en una exhaustiva investigación en fuentes científicas y oficiales, denuncia abundantes sesgos e intereses…» Concluye:

· «La violencia de pareja es mayoritariamente bidireccional.»

· Aborda las agresiones femeninas y expone algunas razones por las que no se estudia este fenómeno; cita la “rentabilidad” de los malos tratos, una doble moral en medios de comunicación y en la comunidad científica, la presión de colectivos radicales o el entendimiento simplista de la violencia primordialmente como física.

El tipo de violencia que suele ser más utilizada por las mujeres: la violencia indirecta: “manipulación social atacando al objetivo por caminos tortuosos”.

· Los motivos que impulsan a hombres como a mujeres para ejercer la violencia…

- Se diferencia la violencia emocional u hostil (dirigida a hacer daño por enfado o frustración) de la violencia instrumental (ejercida para lograr objetivos como controlar, influenciar, coaccionar o causar buena impresión) y se vuelve a resaltar que estas pueden ser cometidas por ambos sexos.

- La diferencia en la perpetración de la violencia se encuentra en los métodos utilizados sea por hombres o mujeres.

- No conceptualiza la violencia como resultado, sino como un proceso: sin culpabilizar a la víctima masculina o femenina ni justificar al agresor o la agresora, considera necesarias las conductas de ambospara entender el proceso interaccional violento.

· Reflexión en torno a cuestiones tan elementales como la conciencia de sesgos en la investigación o la formación de tribunales de opinión pública. Paz Toldos incluso incide agudamente en otros sesgos que circundan al estudio de la violencia en la pareja: el ‘género’ como sustituto de mujeres, la ‘perspectiva de género’ como sustituto de perspectivas feministas, el heterocentrismo que rige a gran parte de la comunidad científica y que termina porobviar a homosexuales, el sexismo que coloca a los hombres el marchamo inamovible de maltratadores y a las mujeres como desvalidas, lo que redunda en la generación y pervivencia de dicotomías rígidas que no necesariamente responden a la realidad.

«Los intereses de hombres y mujeres no debieran ser entendidos –y nunca debieron haberse entendido- como un juego de suma cero (Brush, 2005).»

· Las parejas homosexuales son igual, o más violentas, que las parejas heterosexuales. De lo cual se infiere que las propuestas reduccionistas que propugnan la dominación del hombre hacia la mujer como leitmotiv de la violencia, como mínimo, se ponen a discusión.

· El reconocimiento de la violencia hacia otras víctimas podría impulsar la creación o modificación de políticas públicas que atiendan la violencia de pareja sin discriminación basada en el sexo u orientación sexual de los agredidos.

«Paz Toldos se incorpora a una lista pequeña pero cada vez creciente de investigadoras que, como Cantera (2004) o Trujano, Martínez y Camacho (2010), han desafiado la espiral del silencio sobre la violencia contra los hombres, aquella que quizás fue la misma que en algún momento condescendió el injusto mutismo hacia la violencia contra las mujeres.»

«Este tipo de obras son más que bienvenidas en España porque allanan el camino hacia un verdadero trato igualitario e inclusivo entre hombres y mujeres y, por ende, al entendimiento de la violencia de pareja sin basarse en el sexo u orientación de sus miembros, sino en su más importante e innegable condición, la de seres humanos

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