«Rubalcaba hizo el mismo ‘razonamiento’ de Arias Cañete: con una tía es muy difícil»

Santiago GONZÁLEZ, “La campaña y el machismo”, El Mundo, 18/05/2014.

«Ya está el PP en el lugar que el PSOE buscaba para él. En la cruz del machismo y crucificado por su propia mano… lo único que puede salvar a Cañete a estas alturas es salir del armario.»

«Ya está el PP en el lugar que el PSOE buscaba para él. En la cruz del machismo y crucificado por su propia mano. Los esfuerzos de la candidata Valenciana (persona valenciana, por emplear el hallazgo de Arcadi Espada en su memorable Correo Catalán de ayer) eran algo improbables, por más que el PP hubiera dado facilidades con la Ley del aborto. Por cierto, entre los fallos de Arias estuvo el de refutar la acusación de Valenciano sobre el aborto y la libertad de las mujeres cogiendo el tema por un asa que no quema y además es inexistente. Habló de que hacía falta reformar una ley que permitía abortar a “las menores de 16 años sin el conocimiento de sus padres”. La impresentable Ley Aído-Pajín tiene más disparates, aunque ese era el primero a corregir. Estaba también la contemplación del aborto como un derecho y su gratuidad.

No entró a defender los aspectos más problemáticos de la Ley Gallardón, o decirle, simplemente: Mire, señora Persona Valenciana, no le voy a replicar a eso, porque no es asunto que tenga que ver con estas elecciones. Y no sólo entró, sino que se ratificó al día siguiente en lo de Susana Griso, con una banalidad machista improcedente, donde afloran más los complejos de Arias Cañete que el (muy discreto) nivel intelectual de su antagonista. Espada revelaba algo de interés: Rubalcaba le hizo al periodista en persona el mismo ‘razonamiento’ de Arias Cañete: con una tía es muy difícil. Se refería a los apuros que pasaba como portavoz ante las tarascadas de la entonces portavoz parlamentaria del PP, Soraya Sáez de Santamaría. Interesado por la revelación, dada mi afición a la hemeroteca, llamé a Arcadi, que me dijo la fecha: fue el 11 de noviembre de 2010, a la salida de un almuerzo con periodistas.

Rubalcaba, que ayer sentía herida su sensibilidad feminista de izquierdas, le puso tarea a la vicepresidenta Sáenz de Santamaría:

“Ya está bien de filtrar: no estoy a gusto con lo que Cañete ha dicho’. Pues bien, vicepresidenta del Gobierno, si tanto poder tienes y tanto quieres a las mujeres, dile a Rajoy que quite a Cañete, porque es una vergüenza para las mujeres de este país y para los hombres que respetan a las mujeres”.

He aquí una prueba de razonamiento lerdo. Verá, señor Rubalcaba, me precio de respetar a las mujeres en general, y a las que tengo cerca en particular, pero no entiendo por qué las palabras de la persona Arias Cañete ni las que la persona Pérez Rubalcaba confió a la persona Espada, pueden avergonzar a nadie. Es más, ni siquiera un violador avergüenza a las mujeres o a los hombres que las respetan. Cabrea, sí, ofende, indigna, pero ¿avergonzar? Estoy seguro de que usted no avergonzó con su confidencia a la persona Espada. Unos meses más tarde de aquello, la cosa empeoró. Lo comenté aquí.

Jill Abramson, uno de los hitos del feminismo contemporáneo, la primera mujer que dirigió el New York Times, (una Bibiana Aído del periodismo anglosajón) ha sido destituida, después de tres años e el cargo. No hay, hasta la fecha, razón para suponer que la propiedad de la Biblia en progre haya encontrado en ella incompetencia merecedora de la rescisión del contrato. Este periódico titulaba ayer la noticia con un interrogante: “¿Un despido machista en el ‘NYT’?”

Se sabe que la directora destituida había protestado reiterada y razonablemente por cobrar menos que sus antecesores masculinos y que el editor no ha dado una explicación convincente sobre los motivos, aunque ha hilado fino al nombrar al sustituto: Dean Baquet, que será el primer afroamericano en dirigir el NYT. Yo antes habría escrito “el primer negro”. Es que a mí, me dicen ‘afroamericano’ y pienso en Omar Sharif, como si me dicen ‘subsahariana’ pienso en Charlize Theron. La verdad es que pienso en Charlize Theron incluso cuando no me dicen subsahariana, pero esa es otra historia que tengo que arreglar con El Richal y Sean Penn. Y entre los cuatro nos organizamos si puede ser, como cantaba Aute.

Ahora, y para no ofender la sensibilidad de Elena Valenciano, diré que para sustituir a Jill Abramson han nombrado a una persona afroamericana. Qué será lo próximo. Ese esfuerzo eufemístico que es el lenguaje políticamente correcto, tiene como objetivo escapar de la realidad mediante su veladura. El Cañete de hace 20 años habría dicho ‘minusválido’ o quizá ‘disminuido’ y la Valenciano de entonces le habría reprendido: “no se dice minusválido, señor Cañete. Se dice ‘discapacitado’.”

Hace ya más de veinte años se publicó en EEUU el ‘Diccionario de lo Políticamente Correcto’ en el que Vinton y Cerf ridiculizan estos esfuerzos perifrásticos, tan banales, para quitar hierro al concepto: no se dice ‘calvo’, sino ‘persona capilarmente desfavorecida’. En lugar de ‘muerto’ diremos ‘persona no viviente’, llamaremos ‘personas de moralidad alternativa’ a los psicópatas y así. En la aplicación valenciana de la idea, tampoco se dice ‘gitano’, sino ‘persona de etnia gitana’. Pobre Lorca: “Por el olivar venían,/ bronce y sueño,/las personas de etnia gitana”.

Si además de negro, el sustituto de Abramson hubiera sido homosexual, el editor Arthur Sulzberger habría hecho un pleno. No parece ser el caso, a juzgar por el último párrafo de la información, que anuncia fichaje compensatorio:

Sulzberger podría estar pensando ahora en nombrar como segunda del director a Susan Chira, actual adjunta a la dirección. “Si eligen a una mujeres o ayudaría con la preocupación de que su despido fue sexista” dice una reportera que se pregunta si el debate servirá para que las mujeres sean ahora más ‘atrevidas’ en el Times a la hora de pedir un aumento de sueldo.

Tal como comentaba ayer Inocencio: lo único que puede salvar a Cañete a estas alturas es salir del armario.»

Enlaces: http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/elblogdesantiagogonzalez/2014/05/18/la-campana-y-el-machismo.html