ABC, Tribuna, Adroher Biosca, S., Berástegui Pedro-Viejo, A. y Gómez Bengoechea, B., 30 de octubre de 2010.

Tres investigadoras del Instituto Universitario de la Familia, Universidad Pontificia de Comillas, analizan la vulneración de la Igualdad entre hombres y mujeres (ar. 14 CE) en la nueva ley del aborto.

«Se trata de una ley desigual que, paradógicamente, tiene su origen en el Ministerio “de la Igualdad”.

En esta regulación late una concepción del hijo como propiedad, similar al típico discurso del machistas maltratador: “los hijos son suyos o de nadie”.

La ley consagra la desigualdad entre hombres y mujeres. Para esta ley, las mujeres pueden decidir libremente sobre su maternidad y los varones no pueden hacerlo sobre su paternidad. El preámbulo señala que «la protección de éste ámbito de la autonomía personal tiene una singular significación para las mujeres, para quienes el embarazo y la maternidad son hechos que afectan profundamente a sus vidas en todos los sentidos». Siendo cierta la importancia de la maternidad para la mujer, ¿lo es en contraposición al varón? ¿Puede afirmarse que para el hombre la paternidad no «afecta profundamente a su vida en todos los sentidos»? La ley refleja así un modelo “de género” muy cuestionable. Además el texto legal dice «promover la corresponsabilidad en las conductas sexuales», pero asume que no se puede obligar a una mujer a ser madre por el hecho de engendrar, y, sin embargo, a un varón sí se le reconocen determinadas responsabilidades en el caso de procrear, independientemente de cual fuera su voluntad respecto al nacimiento del niño. Por tanto, por ley, el varón y la mujer no tienen el mismo nivel de responsabilidad respecto a las consecuencias jurídicas de sus conductas sexuales.

Por otra parte, esta ley niega el derecho a un padre que desea responsabilizarse de la crianza de su hijo y se opone al aborto. La ley deja la elección de la paternidad a la madre, quizás porque presupone que es ella la que va a cuidar del niño una vez nazca. Consagrar este estereotipo en un texto legal es inadmisible, y, además, vulnera de forma innegable el principio de igualdad.

La ley del aborto, lejos de garantizar la igualdad, nos hace mucho más desiguales.»