El cariño hacia la figura paterna va cambiando en cada etapa. La clave para conseguir un vínculo sólido es que el padre se involucre en la crianza de sus hijos, desde los hábitos al juego.

El País, “Papá pasa de ser ídolo a ser ejemplo de vida”, Pamela Elgueda, Montevideo, 24/06/2013.

«Nicolás quiere a su papá porque juega con él y es “amoroso”. Víctor siente que su actual relación con su padre es mejor que antes, porque es similar a la que tienen un par de amigos. Carola e Ivonne observan que el afecto por sus progenitores varió: pasaron de quererlo porque era quien se preocupaba de ellas a cuidarlas y encargarse de ellas “con un cariño y suma atención”.

Porque el amor que cada uno le profesa a su padre madura y evoluciona junto con cada persona. Y es tan particular como lo es cada ser humano y como lo es, también, el vínculo afectivo que esa dupla logró establecer desde el nacimiento mismo.

Bebés, niños y cariño.

Algo que vale para papás y mamás, porque los lactantes no hacen diferencia entre ambos progenitores hasta una edad más avanzada. “Las emociones de un niño hacia su padre están más bien determinadas por la calidad y la cantidad del cuidado que recibe de él, más que por el hecho de ser un papá”, explica Felipe Lecannelier, psicólogo y director del Centro de Estudios Evolutivos e Intervención en el Niño (CEIN) de la Universidad del Desarrollo.

(sigue…)

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